El aire que se filtraba por entre la ventanilla del taxi movía sus cabellos de forma ligera y vistosa. Cerró los ojos durante unos segundos. Estaba agotada, había venido desde Australia.
La facultad se abrió ante sus ojos : era bonita y antigua. Se podía denotar aquel aire caro y sofisticado. Salió del coche acompañada por el taxista, el cual, subió las maletas hasta su cuarto. Ella, se quedó en el recibidor con su gata cogida en brazos.
Analizó con cuidado aquel nuevo ambiente. Podía sentirse la juventud por cada rincón. Pagó al hombre y se despidió, quedándose allí plantificada. No tenía ganas de encerrarse en su cuarto, todavía.